28 de febrero de 2009

LEYES AMBIENTALES


Un nuevo derecho para fortalecer el medio ambiente y que se encargue de transformar las demandas sociales en acciones jurídicas. Por cuanto el Derecho Ecológico adquiere cada día mayor importancia a nivel mundial, ante el enorme deterioro ambiental. Dentro de las distintas categorías jurídicas, el Derecho Ecológico sale de los límites tradicionales porque se enmarca en profundas transformaciones normativas, de tal manera que se puede asegurar que se trata del derecho del próximo milenio. Sus principios generales son los relativos a la defensa de la naturaleza y del medio ambiente, en donde es relevante la supervivencia de la especie humana, así como las otras especies animales y vegetales, indispensables para el equilibrio del ecosistema.Desde la perspectiva jurídica, contaminar es una enorme acción que debe ser regulada, es decir, estar sujeta a prohibiciones y, además, determinar quién es el responsable de regular tales prohibiciones, qué es lo que se contamina y a quién afecta la contaminación. En el caso de la atmósfera, lo que se deteriora es un bien común; pero si todos contaminamos, quién está obligado a defender la atmósfera? Existen sanciones y obligaciones en torno del cuidado del aire? Todas estas dudas pueden resolverse desde el punto de vista jurídico, en la misma medida en que se reformen sus legislaciones pertinentes y se creen mecanismos que garanticen su mejor aplicación.Esta evidencia es válida para todo el planeta. Por eso es ineludible combatir la contaminación ambiental con base en el Derecho Ecológico y pugnar por el establecimiento, difusión y respeto a las normas de protección del ambiente.Fomentar la conciencia ecológica, la supervivencia de la especie humana más allá del fin de este siglo, sólo será posible si desde ahora todos, ineludiblemente todos los hombres y mujeres de todos los continentes nos comprometemos a fomentar la conciencia ecológica que debe formar nuestro comportamiento como habitantes de este planeta; capaces de entender que compartimos el mismo aire y que hay que mantenerlo limpio de impurezas; que el agua potable y de riego es limitada y cara y que por tanto debemos utilizarla de manera racional; que la industrialización como signo de progreso no debe atentar contra la salud y la vida de la sociedad, y que es urgente e impostergable luchar contra la pobreza, para darle a todo ser humano un mínimo de bienestar y obviarle el acceso a una mejor calidad de vida que lo dignifique.Por otro lado, estamos convencidos de que la recuperación del medio ambiente no está desligada de otra necesidad, que es la del desarrollo económico y social, y en esta experiencia el mundo industrializado, que tiene el más alto ingreso per cápita , debe comprometerse a invertir recursos tecnológicos y financieros en apoyo de la cooperación internacional para la construcción de una sociedad mundial mejor integrada.Asimismo, quisiéramos tocar la conciencia de los protagonistas de la revolución tecnológica para que se convenzan del bien que pueden aportar a favor de las presentes y futuras generaciones, si orientan sus capacidades al supremo objetivo de mejorar la calidad de vida de todos los habitantes del planeta y que pudieran identificar la estrecha relación existente entre el desarrollo económico y social y el medio ambiente, porque en esta vinculación está implícita la urgencia de comprender lo que significan el desarrollo sostenido y la satisfacción de las necesidades básicas de todos los seres humanos. Evidentemente, cabe mencionar que si están estrechamente ligados el desarrollo y el medio ambiente, es lógico deducir que no habrá desarrollo sostenido si, al mismo tiempo, no se garantiza un medio ambiente favorable para la vida de los seres humanos y de las demás especies y recursos que le sirven de sustento.Según señala un informe especial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible , preparado por Unicef en 1989: Muchos países, especialmente en Africa y América Latina, tienen pocas posibilidades de emprender políticas por un desarrollo económico sostenible, como las recomendadas por la Comisión Braundt Landn, cuando se ven forzadas a una sobreexplotación de sus bosques, suelo, aguas y otros recursos naturales para pagar la deuda externa, las importaciones esenciales y atender a sus inevitables obligaciones presupuestarias .De ahí que para gran parte de la humanidad, la mayor amenaza ambiental no es el progreso sino la pobreza. La pobreza y la carencia de alternativas arrastran a los pobres rurales a quemar sus bosques, a cultivar tierras marginales, a la sobredependencia de pastos accesibles para el ganado y a la tala extensiva de árboles para combustible. Una creciente prosperidad de la población pobre puede contribuir sustancialmente a la protección del medio ambiente. Si la protección del medio ambiente tiene que depender de la cooperación de los pobres, esta debe ofrecer asimismo a las familias una mejora de sus condiciones de vida actuales y claras garantías de una vida mejor para ellos y para sus hijos en el futuro.
FUENTE: ELTIEMPO.COM

a